Quizá es un tópico ya
decir que las nuevas generaciones de escolares reciben una formación de peor calidad
que la que disfrutamos quienes estuvimos en el colegio en los años 70-80. Pero,
sin embargo, no deja de sorprenderme a diario descubrir el bajo nivel cultural
de este país.
Y el nivel cultural no
se ve en los grandilocuentes informes, muchas veces interesados, sobre el nivel
educativo, sino que se aprecia especialmente en los concursos de radio y
televisión donde es gente que quiere concursar la que demuestra sus
conocimientos. No se trata de saber los afluentes de los ríos de España –que nosotros
sí estudiamos-, ni la lista de los Reyes Godos –que tuvieron que aprender, de
inmisericorde y sin utilidad alguna, nuestros padres- sino conocimientos
mínimos y, sobre todo, necesarios para el mundo en que vivimos.
Hoy, en un concurso de
la radio, el resultado ha sido lamentable. Es cierto que se trataba de una
sesión especial al desarrollarse en un espacio con público y ser el concursante
elegido de entre el público. Ello implica, sin duda, mayores nervios y la
ausencia de “selección”, pues en los programas diarios, sólo concursa quien
llama por lo que es de suponer que se ejerce una auto-censura para no hacerlo
quienes no tienen realmente posibilidades.
Pues bien, el
concursante ha acertado 2 de 10 preguntas, un 20%. No está mal. Pero lo grave
es el contenido de esas preguntas. Puedo entender que no sepa si un político determinado fue
Presidente de tal o cual comunidad autónoma y puedo entender que no sepa en qué
grupo musical participó un determinado cantante o quién es el autor de una
canción. Incluso puedo entender que no crea que un heptágono es un polígono de
SEIS lados, porque ya nuestros gobernantes se han encargado de limitar la
enseñanza de las lenguas clásicas evitando así el mejor conocimiento de nuestro
lenguaje.
Pero, ¡que no sepa lo
que es un año bisiesto y que diga que tiene 362 días, después de dudar mucho,
ya me parece demasiado! Y no es un problema del pobre chaval (lo parecía por la
voz) sino del sistema.
Estoy seguro de que
todos recordamos haber estudiado cosas de poca utilidad para la vida diaria (¿alguien
sabe para qué sirve un logaritmo neperiano?), pero hay cosas básicas,
necesarias para cualquiera, que debemos conocer. Y el sistema educativo no sólo
tiene que enseñarlas sino que además debe fomentar la curiosidad de los niños
para hacerlo.
Posiblemente, siete u
ocho leyes educativas en los últimos treinta o cuarenta años no son el mejor
sistema para la educación, pero el resultado es éste: que hay gente que no sabe
¡cuántos días tiene un año!
P.D.- Atenea es la diosa griega de la sabiduría.
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